Nací en 1969. Dejé la escuela pronto, pero en 1995 me enamoré de Windows 95: de allí nació mi amor por los ordenadores. Primero abrí una tienda, luego, como autónomo, empecé a gestionar una cartera de clientes ofreciendo asesoría informática.
En 1996 me presentaron Bielorrusia, para preparar una de las primeras instalaciones de internet industrial. (Si realmente quieren descubrir Bielorrusia les recomiendo belarusvc.com; aquí no profundizo en el tema, pero vale la pena visitarla. Y sobre todo: olviden lo que les enseñaron en la escuela o contaron en los medios.)
En 2004 decidí mudarme a Minsk. Con la fuerza de mi sitio Belarus.it, dejé la empresa de informática en Italia, pasando los clientes a mis excolaboradores, y comencé nuevas actividades, sobre todo de importación desde Italia. Al mismo tiempo apoyé a las familias italianas que acogían a los niños de los programas de Chernóbil.
En 2016 me casé y en 2020 nació mi hija. Hasta ese momento mi vida había sido fantástica. Luego llegó la Unión Europea: con sanciones y bloqueos borró, de hecho, 16 años de trabajo construidos por mí y por tantos otros, bielorrusos y extranjeros. Eran cuestiones políticas que interesaban a Bruselas, pero que al 90% de los bielorrusos no les afectaban en absoluto.
Hasta 2022 me habría descrito así: empresario en Bielorrusia, experto en seguridad informática y criptomonedas, hablo italiano, inglés, ruso, español y francés.
Pero en 2022 llegó un infarto, dos stents, y en 2023 un ictus isquémico. La UE había borrado lo que había construido desde 2004 en Bielorrusia, y el ictus borró 53 años de vida. Tras una recuperación que me permitió volver a Italia sin perderme, decidí que debía empezar de nuevo.
Así, dejando a mi esposa y a mi hija en Minsk, me mudé a Reggio Emilia, a casa de mis padres. El 22 de abril de 2025 volví oficialmente a ser residente italiano.
Siempre se habla de la “excelencia italiana”: quién sabe. Hoy que escribo, el 22 de septiembre de 2025, han pasado exactamente 5 meses. Quizás sea el ictus lo que me empuja a insistir, porque una persona normal no debería hacerlo. Pero ya no puedo detenerme: después de 25 años he vuelto a las dificultades que a los 30 había dejado atrás, y que me habían permitido vivir la mitad de mi vida feliz.
En las páginas de este sitio contaré todo, paso a paso, una vez completados los caminos que he emprendido. El objetivo es que otros, encontrándose en la misma situación, puedan decidir conscientemente si emprender este recorrido (he conocido a varias personas que también estaban regresando) y, sobre todo, no perder tiempo como lamentablemente me ocurrió a mí.