Mi infarto: los primeros síntomas
Exactamente un año después de mi infarto, todo parecía ir bien. El infarto ya estaba olvidado, me sentía sano. Había leído que si no hay complicaciones dentro de un año, el corazón se 'repara' solo. Comía de manera saludable, caminaba 6-10 mil pasos al día.
Un sábado por la tarde, solo en casa, estaba haciendo limpieza. En un momento dado me desperté con la cabeza apoyada en un radiador caliente. 'Hu, me desmayé'. Nunca había sucedido antes.
Me dije: 'Vale, termino la limpieza, no puedo dejar todo revuelto, quizás venga alguien'. Pero tropezaba por todas partes. Volcaba cosas, se me escapaban de las manos. Poco a poco no me sentía bien. Me tumbé un poco en la cama.
En ese momento no tenía idea de qué era un ictus. Para mí era algo que ocurría solo en los ancianos. Tenía 53 años. Sabía que le había sucedido a mi abuelo cuando era niño, pero lo recordaba igual que antes, no hablaba con nosotros y ya. Eso era todo mi conocimiento sobre el ictus.
No podía razonar. Tenía dolor de cabeza. Debía encontrarme con una persona y quería posponerlo porque no me sentía bien. Intenté desbloquear el teléfono con la huella: no funcionaba (quién sabe dónde apoyaba el dedo). El teléfono también albergaba algunos de mis wallets crypto, por eso había elegido una contraseña fuerte de 10 caracteres, con letras, números y símbolos. Al intentar escribirla no lograba introducir los caracteres correctos. No entendía si veía mal o si pulsaba incorrectamente.
Comencé a preocuparme: “¿Qué me está pasando?”. Después de un rato logré desbloquear el teléfono, finalmente. Pero ni siquiera podía encontrar Viber para los mensajes. Lo usaba todos los días, sabía que estaba allí, pero no lo veía. Intenté mirar icona por icona. Lo encontré.
Luego abrir el contacto: otro desastre. Enviar un mensaje: peor aún, no tomaba las letras correctas. Para escribir “hola” me equivocaba todo. Entonces pasé el dedo por el teclado escribiendo cosas al azar como “!@#$%^234”.
La otra persona me volvió a escribir preguntándome qué quería decir. No respondí. Me llamó, no respondí. Era una persona muy inteligente y afortunadamente estaba cerca: se presentó a mi casa.
Me escuchó hablar, vio que tenía una mejilla torcida y lo entendió de inmediato. También sabía que ya no tomaba medicamentos. Me subió al coche (mientras yo intentaba decir “estoy bien, solo necesito descansar”) y me llevó al servicio de emergencias.
⚠️ Atención
Esta è mi experiencia personal. No soy médico. Cada persona puede tener síntomas diferentes. Si tienes señales repentinas como estas – dificultad para hablar, mejilla torcida, brazo que no se mueve – no esperes: llama inmediatamente al 118 o ve al servicio de emergencias. Cada minuto cuenta.
El relato de mi ictus: los primeros síntomas extraños, la confusión, la imposibilidad de usar el teléfono y el rescate gracias a quienes lo entendieron de inmed