Mi ictus: la admisión
Me llevaron al mismo servicio de urgencias donde había estado por el infarto. Tan pronto como llegué, me hicieron inmediatamente las pruebas básicas: hablar, levantar los brazos para un primer control inmediato. Luego me llevaron de inmediato a esa máquina donde te meten la cabeza para examinar el cerebro – la TAC (Tomografía Axial Computarizada).
Hicieron varios controles y me ingresaron de inmediato. Me dieron medicamentos de inmediato pero no me explicaban nada: sabían que en esas condiciones no entendería o que lo olvidaría. Yo miraba a mi alrededor pero no entendía mucho; no era agresivo, estaba allí y sabía que tenía que estar allí.
La persona que me había acompañado fue a mi casa a recoger un poco de ropa de hospital después de hablar con los médicos. Dormí hasta la mañana siguiente, salvo cuando me ponían las sínfisis, me daban medicamentos o me medían la presión arterial.
Viendo a la gente en las camas cerca de mí: personas destruidas. Y comencé a preocuparme. No era el miedo a morir, era la conciencia de que podría convertirme en un vegetal medio y que los que estaban cerca de mí — mis familiares, mis amigos — pagarían el precio. No yo, sino ellos. Y esto no me parecía justo.
Después de 2 días sentí algo en la garganta. Era el comienzo de mi afasia. No sé exactamente qué era, pero era como si no tuviera suficiente fuerza para hablar: no podía manejar bien las cuerdas vocales y el aliento. Las palabras salían débiles, confusas.
Me mantuvieron en el hospital 5-6 días. La única cosa que podían hacer era disolver posibles trombos en la sangre y fluidificarla: no podían hacer otra cosa. Como en el infarto, me dieron estatinas, fluidificantes y anticoagulantes. Esta vez no me pregunté nunca si tomarlos o no: los tomaba y ya, con la esperanza de que los que están cerca de mí no tengan problemas por mi culpa.
⚠️ Atención
Esta es mi experiencia personal. No soy médico. Cada persona puede tener síntomas y tratamientos diferentes. En caso de síntomas sospechosos, llame inmediatamente al 118 o vaya al servicio de urgencias. Cada minuto cuenta.
¿Qué ocurre después de llegar a la sala de emergencias con un ictus: exámenes, hospitalización, medicamentos y el inicio de las dificultades para hablar?