Mi infarto: la operación
En la sala de emergencias me hicieron inmediatamente un montón de exámenes. Después de un rato me dieron una cama, pero nadie explicaba nada. Estilo clásico bielorruso: tarde o temprano llegaría “el jefe” para decirme algo. Era finales de invierno, estábamos todos bien vestidos y las enfermeras recogieron mis ropas para llevármelas a los almacenes.
Poco después llegaron dos médicos. Me explicaron que había tenido un infarto y que tenía algunas venas cerradas. Yo tenía dificultad para creerlo: siempre había vivido bien, ¿cómo era posible? Me dijeron que tenían que operarme de inmediato para resolver la situación de forma inmediata y para entender mejor la situación.
La pregunta clásica: “¿Qué piensa hacer?”
Los miré y pensé: “¿Qué preguntas hacen? ¿Y si digo que no me mandan a casa?”. En Bielorrusia es normal: cada uno tiene la responsabilidad por sí mismo, conoce los riesgos y decide.
Respondí: “Hagan lo que tengan que hacer”.
Me advirtieron: durante la operación podían haber complicaciones. Le pregunté: “¿Y si no me operan?”. Me respondieron sonriendo: “En ese caso las complicaciones son del 100%”. En ese momento dije: “Hagámoslo”. Firmé los documentos.
Llegaron dos enfermeras y comenzaron a depilarme los brazos y la parte interna de las piernas: entrarían por allí, a través de una vena, para llegar al corazón. Aún no sabían por dónde pasarían, así que prepararon los cuatro puntos.
Me habrían puesto uno o más stent. Poco después llegó la camilla: en el transcurso de 4 horas había visto ambulancia, servicio de urgencias, cama de hospital y sala de operaciones.
En la sala de operaciones
Me llevaron a una cama de acero. Lo curioso era que se movía la cama, no los médicos. Me ataron solo el brazo izquierdo y desde allí comenzaron la intervención: entraron por el pulso.
No sentía dolor, pero percibía bien cuando llegaron cerca del corazón, probablemente en el momento en que abrían los stents. Solo hacia el final sentí malestar: quizás la anestesia local había terminado. Se dieron cuenta, me dijeron que estaban terminando y que debía soportar un momento más.
El postoperatorio inmediato
Al final me bloquearon la vena y me llevaron a la zona postoperatoria, donde permanecí 4-5 días. Estaba desnudo bajo una sábana, nadie podía visitarme: estaba prohibido por el riesgo de infecciones, ya que todos los pacientes allí habían sido operados recientemente.
Luego me quitaron el sistema que me mantenía la vena cerrada: era una especie de rueda que presionaba para bloquearla, junto con los anticoagulantes y otros medicamentos que hacían que la sangre fuera más fluida. Después de otros dos días en una habitación normal, finalmente me dieron de alta.
⚠️ Atención
Esta es mi experiencia personal. No soy médico. Cada persona puede tener síntomas, tratamientos y tiempos diferentes. Si tienes síntomas sospechosos, llama inmediatamente al 118 o acude a urgencias.
¿Qué son los stents cardíacos:
Un stent es como una pequeña red metálica en espiral que se inserta dentro de las arterias del corazón. Sirve para mantenerlas abiertas cuando la sangre no puede pasar porque la vena está cerrada o muy estrecha.
¿Cómo funciona?
Entran por la muñeca o por la ingle, llegan cerca del corazón y inflan un pequeño globo que ensancha la vena. Luego dejan dentro este tubo de red, que permanece allí para siempre y evita que la vena se cierre de nuevo.
No sentí dolor durante la inserción, solo una fuerte presión cuando abrieron el stent. Gracias a esto hoy mi corazón recibe de nuevo sangre.
⚠️ Atención
Este es mi relato personal. Los stents no son todos iguales y la decisión siempre corresponde a los médicos.
De la sala de emergencias a la sala de operaciones: cómo descubrí que tenía un infarto y qué significa enfrentar una intervención con stent en el corazón.